Читать книгу El Duque Y La Pinchadiscos. Un Dulce Romance Real онлайн

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Alineó los tempos, manteniendo las notas, haciendo coincidir los ritmos antes de mezclar la nueva pista. Cuando dejó caer la aguja de la nueva canción, el público enloqueció. Spin levantó las manos y saltó al bajo con ellos.

Cuando bajó el sonido, los aplausos ahogaron el palpitar. Spin no hizo una reverencia. Nunca lo hacía después de una sesión. Fueron la música y las musas las que crearon este momento. Fluyó a través de ella como si Dios hablara al público a través de sus dedos.

Spin bajó del escenario y recibió los elogios de los asistentes a la fiesta. Los aceptó todos con humildad, como le había enseñado su madre. La gente siempre podía elegir no escuchar los sonidos que ella creaba, pero siempre le prestarían atención si les hacía sentir algo.

Spin se llevó la mano al pecho. El tacto frío de la gema que colgaba de la cadena reforzaba el vínculo con su madre. Spin sabía que la mujer estaría orgullosa de su única hija. Si estuviera aquí.

—"Gran set, pinchadiscos Spin d'Elle".

—"Has puesto el techo en llamas, chica".

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