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—No es casualidad que los haya esperado en el porche. Lo que tienen que hacer es coger a ese hijo de puta.

Los dos policías retomaron el camino de gravilla y subieron al coche sin mediar palabra.

—Un hueso duro —murmuró Pedraza, rompiendo el silencio.

Ladeó la cabeza la inspectora.

—Creo que por dentro está destrozado, pero no lo muestra.

—Seguramente. Lo veo patriarcal. Conservador. Arraigado en las costumbres del padre de familia que debe proteger a su mujer e hija. No permite que le vean flaquear.

Pedraza arrancó y el coche se incorporó a la carretera dejando una nube de polvo tras su estela.

—Pediremos a informática que recopilen todas las publicaciones que hayan hecho sus hijas en las redes sociales en los últimos meses. Escudriñaremos cada contestación o reacción. Ahora cualquiera es youtuber y se ve con potestad para opinar sandeces sobre cualquier tema. Cuentacuentos los llamo yo.

Asintió Pedraza, solícito.

—Familiares y compañeros de trabajo eran los únicos conocedores de que las hijas estaban solas en casa, dado que sus padres estaban de vacaciones.

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