Читать книгу Ella онлайн

2 страница из 17

De vez en cuando los pensamientos se desvanecen para volver al trágico presente. Un grito, un sollozo despierta el ensimismamiento en el que se ha sumergido. El bebé vuelve a gemir. Sin parar de caminar se levanta la camiseta dejando al descubierto un pecho. Aproxima la boca del pequeño hasta el pezón ávido de ser succionado. Nuevo rechazo. Ya ni come. Solo gime.

Vuelve a tocarle la frente. La fiebre no lo abandona. Allí sigue, constante, impasible, tragándose una vida y con ella una esperanza. ¿Y si ya es tarde? Hace tres días que comenzó la calentura. Al principio no le dio importancia. Una nueva alteración en la temperatura. Pero no marcha, no se va como lo ha hecho otras veces. El bebé está enfermo de verdad. Hay que buscar ayuda. Pero aquí no hay nada. Lo fue todo, pero ahora, falta aquello que puede salvar al pequeño.

No hubo más remedio que caminar. Levantarse pronto, dejar preparado el arroz para cuando los hombres vuelvan de trabajar y salir camino abajo en busca de la civilización. Correr, caminar, sin parar, sin más compañía que un bebé que se desvanece y un tarro con un poco de agua. El camino lo conoce bien, lo ha hecho más veces. Más de cuatro horas hasta llegar al asfalto, hasta encontrar una población con un dispensario.

Правообладателям