Читать книгу Ella онлайн

3 страница из 17

No es un hospital, pero hay un dispensario, hay medicinas, hay una enfermera. O al menos eso espera. Pero seguro que algo hay. Es la esperanza, su esperanza, la de su bebé. Ahora no puede ni rezar. O tal vez sí. Tal vez sea eso que hace. Ese jadeo del cansancio y las prisas, esas palabras pidiendo al bebé que no muera. Su diosito no puede olvidarla. Siempre le ha acompañado. Estará ahí para que pueda soportar lo que sea, como siempre. Porque Dios no se olvida de los pobres; habita con ellos.

De vez en cuando mira atrás. No ha dicho a nadie que marchaba. No había tiempo. Esta mañana al levantarse el bebé tenía más fiebre, no podía ni tomar la leche que le ha permitido aguantar hasta ahora. Por más que lo forzaba no tomaba el pecho. Y allí no había nada. Nada y todo.

Ahora camina. Y recuerda cuando hizo el viaje al revés, sin saber qué encontraría. Sin nada que perder porque no tenía nada. Llegó, fue acogida, encontró la paz, y al poco tiempo también el amor. No era nada del otro mundo, pero era amable, sosegado, paciente. Sin violencia, sin miedo. Era nuevo para ella. Solo podía agradecer. Por eso había sido todo.

Правообладателям