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Para saber cómo es el sol no basta ni su descripción ni su pintura, y nadie, si no es loco, intenta ni pintarlo ni describirlo. Para saber cómo es, hay que salir a mirarlo y aun mirándolo no se le puede ver sin deslumbrarse.

Aquí están sus palabras y su pensamiento, su alma y su corazón. ¡Yo me limito a invitar que salgamos a verlo!

XI

SOBRE MI ELECCIÓN (1)

En la vida de los pueblos, como en la vida de los hombres, no todo lo hace el destino. Es necesario que los pueblos, como los hombres, ayuden a su destino.

En mi vida, lo mismo que en la vida de mi pueblo, esto se cumple al pie de la letra.

Yo estoy al frente de mi pueblo no solo por decreto del destino. Estoy porque, sin saberlo tal vez, me preparé para esto como si hubiese sabido que algún día iba a tocarme esta responsabilidad y este privilegio.

Y puedo afirmar, y demostrar también, que mi pueblo se preparó paciente, aunque inconscientemente, también para esta hora de su destino.

Lo que hace la providencia es poner las circunstancias necesarias para que las cosas sucedan, luego, de una manera y no de otra. Pero las cosas suceden casi siempre por “culpa” nuestra.

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