Читать книгу Conflicto cósmico. Acontecimientos que cambiarán su futuro онлайн

67 страница из 136

Bajo la dirección del Papa y los sacerdotes, se enseñaba a las multitudes a confiar en sus buenas obras para salvarse. Los hombres siempre se miraban a sí mismos, su mente se espaciaba en su condición pecaminosa, y aunque afligían el alma y el cuerpo, no encontraban alivio. Millares pasaban su vida en las celdas de los conventos. Mediante ayunos y azotes repetidos, observando vigilias de medianoche, postrándose sobre piedras frías y húmedas, y con largas peregrinaciones –obsesionados por el temor de la ira vengadora de Dios–, muchos continuaban sufriendo hasta que, con el físico exhausto, abandonaban la lucha. Sin un rayo de esperanza terminaban en la tumba.

Cristo, la esperanza del pecador

Los valdenses anhelaban abrirles a estas almas los mensajes de paz que se hallaban en las promesas de Dios y señalarles a Cristo como su única esperanza de salvación. Consideraban que la doctrina de que las buenas obras pueden proporcionar el perdón del pecado estaba basada en la falsedad. Los méritos de un Salvador crucificado y resucitado son el fundamento de la fe cristiana. La relación de dependencia del alma de Cristo debe ser tan íntima como la de un miembro con el cuerpo, o la de la rama con la vid.

Правообладателям