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En su Diálogo, Galileo buscaba liberar a la noosfera de su época de los patrones neutrales que siglos de Aristóteles (el Darwin de su tiempo) y su ciencia habían tejido en las mentes de la Edad Media. Galileo escribió: “No es mi intención decir que una persona no debería escuchar a Aristóteles; de hecho, aplaudo la lectura y el estudio meticuloso de sus obras, pero repudio solamente a quienes se entregan como esclavos a él de tal manera que se suscriben ciegamente a todo lo que dice y lo toman como decreto inviolable sin buscar otras razones”.72

Galileo luchaba contra una devoción esclavista a textos antiguos escritos por un hombre que, en el núcleo de su filosofía, creía en estudiar el mundo en sus propios términos. En contraste con su gran maestro, Platón, quien creía que la verdad existía solo en un mundo no material idealista de ideas y formas, Aristóteles creía que debemos usar nuestros sentidos aquí, en la Tierra, para estudiar el mundo en sí. “Todos los hombres por naturaleza desean saber”, escribió él. “Una indicación de esto es el placer que nos producen nuestros sentidos; porque incluso aparte de su utilidad, son estimados por sí mismos; y por encima de todo, el sentido de la vista”.73

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