Читать книгу El bautismo del diablo. La evolución y la seducción del cristianismo онлайн

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No deberíamos pasar por alto la ironía. Un hombre en la antigüedad que promovía el estudio del mundo en sí, eventualmente se codificó y canonizó como autoridad por derecho propio. Tanto así que, como lo descubrió Galileo, si alguien tenía evidencias experimentales (del estudio del mundo) que lo contradecían, o que parecían contradecirlo, debía descartar el experimento e ir con Aristóteles, la vieja autoridad. Todo debía ser filtrado a través de las lentes del aristoteleanismo; casi como sucede hoy, que todo es interpretado a través de la lente de quienquiera que sea la última encarnación de Darwin, sin importar la evidencia que lo desafíe.

Duendes que viven en el estómago

La saga de Galileo, incluso siglos después, está llena de lecciones sobre la fe y la ciencia, pero también sobre la búsqueda humana de la verdad, del conocimiento, en especial sobre el mundo natural. El mundo, el cosmos, el territorio disputado en la saga de Galileo, es complicado. La naturaleza no revela sus secretos tan fácilmente, al menos a nosotros, los humanos, quienes salimos del vientre pre empaquetados con limitaciones (que parecen empeorar a medida que envejecemos) con respecto a cuán bien podemos discernir la realidad en la que nos encontramos inmersos. Somos como un hombre “constantemente atrapado entre el mundo y su idea del mundo”.74 Y en la mayoría de la historia ha sido así: nuestras ideas del mundo han tenido el mal hábito de estar equivocadas.

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