Читать книгу El bautismo del diablo. La evolución y la seducción del cristianismo онлайн

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El filósofo Ludwig Wittgenstein (1889-1951), según cuenta la historia, preguntó a un alumno en los pasillos de la Universidad de Cambridge:

–Dime, ¿por qué las personas siempre dicen que era natural asumir que el Sol giraba alrededor de la Tierra, en vez de pensar que era la Tierra la que rotaba?

–Bueno, obviamente, porque parece como si el Sol girara alrededor de la Tierra –respondió el estudiante.

A eso, Wittgenstein siguió:

–Muy bien. ¿Cómo parecería, entonces, si la Tierra fuera la que girara?

El argumento de Wittgenstein revela una verdad importante, no solo sobre el asunto de Galileo, sino sobre la ciencia en general: la ciencia puede presentar buenas razones para creer teorías falsas. Mucha de la ciencia establecida fue luego desestimada, incluso a pesar de los años de datos de confirmación y pruebas de validación meticulosamente acumuladas por expertos que utilizaron las herramientas más avanzadas y las metodologías más aclamadas.

De hecho, las personas inteligentes y educadas en tiempos de Galileo tenían buenas razones “científicas” para rechazar las hipótesis de Copérnico. No se trataba solamente de religión o de Aristóteles, sino de ciencias y de las herramientas de la ciencia que ayudaban a justificar el rechazo inicial de la obra de Galileo, Diálogo sobre los dos máximos sistemas mundiales.

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