Читать книгу Un despropósito ecuatorial. Volumen I онлайн

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El fin de la guerra en el Caribe abrió algunas posibilidades, porque permitía aumentar el presupuesto y el interés de Madrid -muy reducido hasta ese momento- hacia el Golfo de Guinea.

Los últimos 121 nacionalistas cubanos deportados, que habían desembarcado en Guinea en 1897, fueron indultados y les fue permitido regresar a su nuevo país. Sin embargo para entonces -apenas unos meses después de su llegada- un tercio de ellos (exactamente 41) ya habían fallecido. Proporciona una idea de la dureza de las condiciones. De las generales de la isla y de las particulares como ellos fueron tratados.

En cuanto a los claretianos, no perdieron el tiempo. En apenas cuatro años habían fundado ya misiones en Banapá, Batete y Riaba. Todavía hoy continúa en funcionamiento el internado de niñas de Batete. Ahora trabajan en él varias monjas paraguayas.

En 1890 los padres claretianos inauguraron en Santa Isabel la iglesia de San José. Se trataba de una construcción prefabricada que el Ministerio de Ultramar -antes de que lo desmantelaran- había comprado a una empresa belga, la Societé Anonyme des Forges d´Aiseau, por 26.800 pesetas.65 Parece que nadie previó que las altas temperaturas de Guinea convertirían las 39 toneladas de acero en un horno. A falta de climatización, la operación naturalmente fue un fracaso. Eso debió de meter presión en la decisión de construir la catedral.

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