Читать книгу Desórdenes. Volumen III онлайн

50 страница из 146

A menudo hay que lidiar -aunque el verbo esté ahora muy mal visto- con la soberbia de las metodologías. Los manuales metodológicos son como esos libros de cocina para gente con poca imaginación. Rara vez además los escriben los mismos que investigan. Hay cosas que son casuales y no causales. Yo creo que la reflexión social debe ser un poco como el jazz, que requiere de técnica -claro- pero lo esencial es otra cosa indefinida. Lo llaman talento y la metodología tiende a estrangularlo. Son muchas las veces que las explicaciones acaban convirtiéndose en obstáculos que dificultan entender nada.

En su lugar habría que reivindicar -creo yo- cierto populismo, que utilice sentido común y lenguaje sencillo. Si no conseguimos explicar algo a nuestro hijo de once años o a nuestra abuela de ochenta es que nosotros tampoco lo entendemos.

La interpretación simple suele ser la más correcta. Los pedantes llaman a ese principio la navaja de Ockham. A ello hay que añadirle algo tan obvio como que no es lo mismo un trabajo de tres semanas -de ésos en los que el consultor aterriza con las conclusiones ya medio redactadas en su portátil- que una etnografía de tres años.

Правообладателям