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Mientras en Francia los surrealistas se esforzaban por integrar literatura y sexualidad con la psicología freudiana, Giménez Caballero pretendió interpretar a Freud a la luz de la tradición. Sostuvo cosas tan absurdas como:

…descubrí que el psicoanálisis genuino para un español estaba en nuestra literatura mística, y sobre todo en San Juan de la Cruz.102

Si uno lo piensa mejor en el fondo es coherente, porque no deja de tener un punto surrealista.

Pusieron de moda el esteticismo, el arte por el arte, cierto culto a las máquinas -más que a las estatuas clásicas-, el jazz, el inconsciente y la industrialización.

Gecé quiso también -no dejaba pasar una- llevar a la práctica lo de la industrialización. En 1929 inauguró en Madrid un espacio destinado a la difusión de los nuevos muebles metálicos. Lo llamó La Galería. Justo es el mismo nombre con el que Ramón Esono -que no lo sabe- está tratando de promover hoy en Malabo un espacio de intercambio entre artistas. Creemos que se nos ocurren cosas nuevas, pero todo está ya dicho. La ignorancia y el olvido son lo único que nos permiten continuar produciendo.103

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