Читать книгу Estrategias de coaching ejecutivo. De la práctica a la teoría онлайн

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Experiencia

Una empresa me contrató para un proceso de coaching con el director de manufactura porque tenía varios reportes de violencia verbal con el personal. Las personas renunciaban y la rotación era muy alta. Con esa evidencia sostenían que el hombre era violento para la organización. Durante las sesiones conmigo el cliente era un encanto, un ser maravilloso. En cada sesión, trabajábamos con indicadores como una manera de que el gestiones y se autogestiones en base a observables.

—Si la sesión estuvo tan buena, ¿qué pasa que se te sigue yendo gente? ¿Qué pasa que sigue habiendo denuncias?

Yo tenía las denuncias que le hacían, y me di cuenta que había en él una disociación. Entonces preparé una sesión donde le expuse con hechos lo que veía, algunos signos y comportamientos que observé durante sus interacciones y, luego de explorar el tema juntos, le pregunté cómo se sentiría buscando asistencia psicológica, y conversamos acerca de diferentes líneas terapéuticas. Él no estaba muy de acuerdo, porque según él “no estaba loco”, pero intenté explicarle y normalizar la situación comentando que muchas personas tomaban terapia para mejorar sus comportamientos, e incluso yo misma tuve en diferentes momentos de mi vida un terapeuta. Me dijo que lo consideraría.

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