Читать книгу Estrategias de coaching ejecutivo. De la práctica a la teoría онлайн

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No queremos que piensen en la relación coach-cliente como algo desbalanceado, donde nosotros somos los entrenadores y ellos los alumnos, sino más bien en abrir la posibilidad de una relación que se cocrea mutuamente, donde operamos como compañeros en la conversación.

4. A desafiar. Desafiar la manera del cliente de ver la realidad y sus circunstancias, su manera de relacionarse. Desafiar lo que es posible y lo que no es posible. Desafiar lo que quiere lograr, e ir por más.

Desafiar es poder poner en tono de pregunta lo que el cliente da por hecho y no se da cuenta. En parte, el coach es testigo de todo el mundo –interno y externo– del cliente, cuando él está ciego a un montón de acciones, palabras, silencios y no acciones. Cuando desafiamos traemos todo eso a la luz y les permitimos observarse, tomar conciencia, reflexionar y hacer. Mostrar no es lo mismo que aconsejar: “Te muestro y tú eliges si te sirve o no te sirve, si crees que lo puedes aplicar, escuchar”.

Arriesguemos, y que el proceso de coaching sea “sexy”, que esté tan bueno para el coach como para el cliente, que queramos llegar a la sesión de coaching con ganas de trabajar. Cuando el coaching se pone aburrido, estático o monótono, no es bueno ni para el coach ni para el cliente. Entonces, “busquemos un objetivo que sea ‘sexy’ para los dos”, diría nuestro gran amigo y colega Dionisio Quinteros. Que esté buenísimo, que se antoje.

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