Читать книгу El mercado de la salvación. Las estrategias de negocios que comparten empresas y religiones онлайн

69 страница из 73

Otras fuentes sostienen que la cojera se le produjo cuando Zeus lo arrojó del Olimpo, luego de salir en defensa de su madre. Siendo que Homero lo suele mencionar como el “cojo de ambas piernas”, no sería extraño que lo hubieran tirado más de una vez.

A pesar de su fealdad, el dios no debió carecer de encantos, ya que se le atribuyen varios amoríos; el más célebre, nada más y nada menos que con la mismísima Afrodita. Aunque Zeus los había unido, la diosa del amor no tardó en seducir a Ares y llevárselo a la cama. Fue Apolo el encargado de darle la noticia al pobre Hefestos mientras fabricaba algún artefacto en su taller.

Para hacer justicia o simplemente vengarse por la traición, Hefestos fabricó una red especial ideada para atrapar a la pareja in fraganti. Lo consiguió frente a la mirada de los otros dioses olímpicos que reían divertidos. Supuestamente las risas estaban dirigidas a los amantes, pero nos figuramos que no faltarían las dedicadas al engañado por su mujer.

Hefestos es un dios atípico para el modelo olímpico: sospechado de bastardo, abandonado de niño por su madre, quien lo arrojó violentamente al vacío; feo, un tanto deforme, cojo y cornudo. A un dios así solo un destino le cabía: el duro trabajo físico que supone el oficio de operario metalúrgico. En pocas palabras, según el estándar de la mitología griega, Hefestos reúne todas las cualidades como para ser el único dios que realmente trabaja.

Правообладателям