Читать книгу El mercado de la salvación. Las estrategias de negocios que comparten empresas y religiones онлайн

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Mientras Sísifo contemplaba el agua del río correr desde su palacio, vio que a lo lejos se acercaba Tánatos56, enviado por Zeus para conducirlo al inframundo. Sísifo se apresuró a tenderle una trampa y el dios quedó atrapado en ella. Con Tánatos prisionero, los mortales dejaron de morir. Las consecuencias de inmortalizar la raza humana eran tremendas, en especial para Hades57, el más rico de los dioses, que dejó de recibir los tributos de los difuntos. Otro de los dioses perjudicados era Ares, dios de la guerra, nicho de mercado que desapareció ya que nadie moría. Fue este último dios el que tomó cartas en el asunto: liberó a Tánatos y le entregó al pícaro Sísifo, quien fue obligado a descender a los infiernos.

Pero Sísifo todavía tenía más conejos en la galera. Antes de morir le pidió a su esposa que no le rindiera las honras mortuorias, cosa extraña para la época pero que la leal mujer respetó. Cuando Sísifo llegó al inframundo corrió a contarle a Hades la traición que le había realizado su esposa y le pidió que lo deje volver al mundo para castigarla, con la promesa de volver apenas lo hubiera hecho. Hades le concedió el deseo.

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