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Como castigo a su impertinencia Zeus lo hizo encadenar a una roca y envió a un águila a comer su hígado. Como Prometeo era inmortal, el órgano volvía a crecer y de nuevo el águila lo devoraba. Su castigo debía durar por toda la eternidad, pero Heracles lo liberó con permiso de Zeus.

Al final del día Prometeo ganó. Su fin era que se cumpliera la tarea de repartir las habilidades a todas las especies de manera equitativa y, en ese sentido, la “picardía” de robar el fuego y la técnica lo condujo al éxito. En los mitos griegos, cuando los más débiles se enfrentan a los poderosos tienen carta blanca para emplear métodos “no convencionales”, y siempre se salen con la suya. Como dijo Bill Gates, cuídate de los nerds que algún día serán tus jefes...


La estatua de Prometeo en el Rockefeller Center de Nueva York es el homenaje al dios que le regaló el fuego a los hombres, ubicado en la meca del capitalismo. Google Street View.

Sísifo: el rey proletario

Tan astuto era Sísifo que algunos chismes sugieren que era el padre biológico de Odiseo. Cuentan las malas lenguas que en el día del casamiento de Laertes y Anticlea, Sísifo (que era un reconocido bromista) logró filtrarse en el lecho nupcial antes que el novio. El producto de esa picardía sería el astuto Odiseo, rey de Ítaca.

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