Читать книгу Tú y yo онлайн

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—¿Te duele? ¿Quieres que me detenga? —Sabía que era mi primera vez.

Le contesté que no, que siguiera.

Apenas me estaba molestando. «Como soy tan deportista», pensé, «será lo normal».

Ian despedía un aroma agradable, dulce y balsámico, como a ropa recién lavada. Ese olor provocó en mí una sensación de tranquilidad y de estar en casa. Entonces, Ian empezó a moverse, mientras acariciaba mis pechos, lo que aumentó algo mi sensación de placer. Seguimos moviéndonos y oía gemir suavemente a mi amante. De pronto, incrementó el ritmo, gimió más fuerte («yes!, yes!, yes!», repitió) e imaginé que tuvo un orgasmo.

Noté que sacó su pene de mi vagina Mientras seguía algo erecto. Con la mano derecha agarró con firmeza la base del condón y lo enrolló para sacarlo con cuidado. Luego hizo un nudo en la abertura, evitando que el semen se derramara y lo dejó caer suavemente en el suelo, por su lateral de la cama. El olor de su semen no me resultó desagradable, ni fuerte. Me recordó a una mezcla de cloro y limón. Cuando acabó, me abrazó y se quedó dormido.

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