Читать книгу Tú y yo онлайн

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Una de las familias con las que manteníamos más contacto era una que, además, era vecina nuestra. Tenían una hija más de seis años mayor que yo —con lo que no me hacía apenas caso— y tres niños, el mayor de los cuales se llamaba Albertito, que era de mi edad, apenas unos meses mayor que yo.

Por aquel entonces uno de mis sueños era que algún día tendría un rancho, un caballo y un perro, y que cada día cabalgaría por mis tierras melena al viento, disfrutando del paisaje y del frescor del aire en la cara. Un día le conté a Albertito mi sueño y, qué casualidad, él también lo compartía, así que de una manera especial me empezó a interesar.

A mis cerca de ocho años Albertito me propuso que, como éramos tan amigos, nos enseñáramos nuestros cuerpos, «nuestras partes de abajo», dijo, que así seríamos novios y a la vuelta de un domingo que habíamos ido a pasar el día a un camping, hicimos una parada los dos coches para que los conductores descansaran. Paramos en la carretera, donde había un restaurante y al lado un conjunto de pacas de paja apiladas. Albertito me agarró de la mano y me llevó detrás de las pacas, fingiendo que nos hacíamos pipí y allí me pidió que nos bajáramos los pantalones. Yo no quería, pero él me dijo que si quería ser su novia, lo tenía que hacer. Ya había anochecido, casi no se veía nada, así que accedí. Cuando ya nos habíamos bajado los pantalones, me pidió que le tocara el pito. Yo apenas lo rocé con mi dedo índice y él hizo lo mismo. Nuestras madres nos interrumpieron llamándonos para que volviéramos.

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