Читать книгу Por encima del mundo онлайн

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En la bandeja del desayuno había un periódico con una nota adhesiva: BUENOS DÍAS. LA DIRECCIÓN. El café era bueno, y había una jarra grande. El doctor Slade echó una mirada a los titulares y se sirvió otra taza. Luego se levantó, se afeitó, y bajó a buscar una peluquería. No la había en el hotel; el recepcionista le sugirió que tomara un taxi y fuera al centro de la ciudad.

Decidió ir a pie. Casi todo el camino era pendiente abajo. La sucia y rústica capital se salvaba de la fealdad sólo por sus árboles y sus parques. Cuando se sentó en la silla giratoria y fue cubierto con un lienzo, el barbero le dio un periódico que reconoció inmediatamente; era el mismo que le habían enviado con el desayuno. Pasó la mirada sobre la primera página de El Globo, que ya le era familiar; un artículo en la parte inferior le llamó la atención. La fecha incluía las palabras Puerto Farol. Siguió leyendo y su boca se abrió. Era el reportaje de un incendio que, la mañana anterior, poco después del amanecer, había destruido parte del “Gran Hotel de la Independencia”. El incendio había causado la muerte de uno de los huéspedes, la señora Agnes Rainmantle, una turista de nacionalidad canadiense que había llegado en el vapor Cordillera. Se describían los daños que había sufrido el edificio, y eso era todo, salvo que la noticia terminaba con las palabras “a lamentar”, las que, en cierta manera, alejaban el relato del dominio de lo serio o lo posible.


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