Читать книгу Por encima del mundo онлайн

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—¿Dormiste bien?

—¿Y tú? —replicó ella. La noche estaba demasiado cerca; no quería discutirla—. Tu cama era horrible.

—Dormí bien —dijo él, sin dejar de mirarla—. Pude haber dormido un poco más, es cierto.

Ella quería cambiar de tema, pero no se le ocurría qué decir. Era como si su mente trabajara por sí sola dentro de su cabeza, en busca de la respuesta a una pregunta que aún no había sido formulada.

Una media hora después se encontraban en la cima de la primera cordillera, y miraban desde lo alto la planicie verde y brumosa de la costa. El viento que entraba por las ventanas se enfrió de repente. El doctor Slade se puso la chaqueta.

—¿No tienes frío? —preguntó.

—No.

Hubiera querido relajarse y decirle a Taylor qué extraño le había parecido el aspecto de la señora Rainmantle, lo que había sentido en aquel momento, al cerrar la puerta. Habría sido un alivio describir cómo, desde entonces, había seguido pensando en eso. Pero si hubiera comenzado a discutirlo, habría visto otra vez el amarillo y tenue círculo de luz correr por la pared descolorida, y el inverosímil ángulo que formaban el enorme cuerpo y la cabeza de la señora Rainmantle, con la sábana ceñida al cuello. Si hubiera llegado hasta ese punto, sabía que habría visto los ojos abiertos mirando absurda y fijamente a través del velo. Se cubrió la cara con las manos para evitar que la imagen se formara. Cuando advirtió que el doctor Slade la estaba mirando, fingió tener una basurita en el ojo. Si él hubiera sospechado que algo la preocupaba, habría terminado por enterarse de todo; él decía que las emociones negativas dejaban de existir una vez eran expuestas a la brillante luz de la razón. La forzaría a expresar sus sentimientos en palabras, y, en este caso, no eran palabras lo que ella quería, las palabras lo harían todo más real.


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