Читать книгу Por encima del mundo онлайн
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No se había atrevido, ni aun con la linterna, a salir de la cama para ir a buscar las pastillas de Seconal; temía pararse en algún escorpión o en un ciempiés, de modo que se quedó allí tendida, suspendida entre la vigilia y el sueño. Cuando llamaron a la puerta, dijo: “Uh” y tomó la linterna como si hubiese sido un arma, abrió el velo bruscamente, se puso de pie, y movió el haz de luz en todas direcciones por el cuarto. En la penumbra, podía distinguir el cuerpo de la señora Rainmantle, que parecía una enorme almohada enredada entre las sábanas en la otra orilla de la cama. Alumbró a lo largo de la pared. Allí, cerca de la puerta, estaba el interruptor; cruzó el cuarto para alcanzarlo y lo hizo girar. La luz del cuarto no se encendió. Aún era de noche —la misma noche: el estómago le ardía, le dolía la cabeza. El doctor Slade llamaba a la puerta. De pronto, ella temió que la señora Rainmantle se despertara. Acercó la cara a la puerta y dijo con calma: “Sí. Está bien.” Él dejó de llamar, y ella lo oyó que volvía a su cuarto.