Читать книгу Por encima del mundo онлайн

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El aire olía a polvo, ahí dentro; el calor de su aliento volvía a su cara desde el velo de la mosquitera. La señora Rainmantle —pensaba con desagrado— no había hecho más que dar muestra de una inteligencia de animal normal al no querer dormir en este cuarto, con o sin cerrojo. Había abrigado la esperanza de dormir en la misma cama con su mujer, al menos parte de la noche. Las dos noches anteriores habían estado en el barco, donde el tamaño y la posición de los camarotes habían desalentado cualquier idea de hacer el amor. Tuvo la fantasía de que era una imprudencia dejar sola a Day con la señora Rainmantle; no tenía la certeza de que no fuera una psicópata. Quiso escuchar las voces, para adivinar qué clase de conversación mantenían, pero se estaba quedando dormido, y la constante canción de las criaturas nocturnas era todo lo que alcanzaba a oír. Sorprendido de que le resultara tan fácil, advirtió que se deslizaba por una pendiente hacia el sueño.

El primer pensamiento que tuvo cuando oyó el frenético zumbido de su despertador fue que lo había ajustado mal; había estado a punto de dormirse, pero aún no lo había conseguido. Cuando sacó la linterna de debajo de la almohada y la encendió, vio que eran las cinco y veinticinco. Ahora, los sonidos de fuera eran completamente diferentes; el fondo consistía principalmente en graznidos y chirridos aislados. En las cercanías, un ave nocturna produjo una serie de silbidos graves y claros. Luego se oyó otro pájaro, más lejano, que hacía eco a las llamadas del primero. El doctor Slade esperó un instante, y luego, con la linterna aún en la mano, se levantó de la cama e hizo girar la llave de la luz. El cuarto permaneció a oscuras.


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