Читать книгу Por encima del mundo онлайн

44 страница из 51

No hubo ningún sonido en el cuarto. Quiso recobrar la imagen tal como la había visto. Ahora le pareció que los ojos estaban cerrados. Pero fue como ver un cromo de Jesús con los ojos cerrados, que de pronto se abren; los ojos estaban ahí, mirando fijamente. Giró sobre sus talones y llamó a la puerta del doctor Slade.

9

Siguiendo el ruidoso curso de un arroyo, el pequeño tren serpenteaba lentamente colina arriba. El olor de los árboles y el canto de los pájaros entraban por las ventanas abiertas. En el hotel, habían logrado tomar solamente café; el desayuno había consistido en unos plátanos que compraron desde la ventanilla del vagón antes de que el tren saliera de Puerto Farol. Un niño enfermizo, en vez de los tres hombres que el doctor Slade había solicitado, les ayudó a llevar el equipaje a la estación. Habían llegado a tiempo sólo porque dividieron la carga entre ellos; la señora Slade llevó una canasta y su neceser.

Su dolor de cabeza había desaparecido con el café, y volvió durante la carrera hacia la estación. Ahora, mientras el tren se sacudía violentamente de un lado a otro, una vibración inesperada la hizo saltar. Sacó unos anteojos oscuros de su bolso y se los puso. Poco después, volvió a meter la mano en el bolso y buscó a tientas hasta que halló el tubo de Optalidón y, disimuladamente, lo sacó. Mientras el doctor Slade se distraía mirando el paisaje, ella se metió una pastilla en la boca; pero él debió de notar, de reojo, el movimiento de su mano. Se volvió para mirarla.


Правообладателям