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Estos, como tantos otros nombres, son lo que reconocemos como advocaciones marianas.

Una nueva

advocación

En la historia del Pueblo de Dios, Nuestra Madre del cielo, a pesar de ser una sola, parece tener muchos vestidos y títulos según el lugar de su aparición, la forma que toma la devoción o el patronazgo que, por ejemplo, puede otorgarle una institución. Por mencionar solo algunas advocaciones, nombramos a Nuestra Señora de Fátima, Nuestra Señora de Lourdes, Nuestra Señora del Carmen, la Virgen de la Medalla Milagrosa, la Virgen del Rosario, Nuestra Señora de Luján, María Auxiliadora, la Reina de la paz y la Guardiana de la fe, por ejemplo.

Por otro lado, en la corriente carismática suscitada por el Espíritu Santo en la formación de nuevas comunidades y movimientos eclesiales, algunos carismas adquieren una advocación mariana que los identifica y en la cual reconocen la compañía de la Virgen. Es el caso de María Auxiliadora para la familia salesiana o la Mater ter Admirabilis (Madre tres veces Admirable) para el Movimiento Schöenstatt, entre otros.

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