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Por eso podemos decir que Las Confesiones es una larga e ininterrumpida oración en la que su autor, por medio de la memoria y el autoexamen, confiesa ante Dios sus pecados y lo bendice por las obras de su misericordia. Es quizá la oración más larga de la historia, de una belleza incomparable, con una pasión arrebatada y un continuo tono de enamorado.

Dado que la obra original es una tesis1, ha sido adaptada para una lectura ágil y amena. Este libro se propone como una ayuda para el proceso de conversión de quién se acerca a la fe buscando responder radicalmente al Señor. También, se ofrece como instrumento y formación pastoral para todos los agentes pastorales que acompañan los procesos de conversión en aquellos que se acercan sedientos de Dios a la comunidad creyente.

P. Juan Bautista Duhau, MPD

Sacerdote nazareno

Mayo de 2014

ssss1 -N del E.: La referencia de la obra original es: Burgaleta Clemos, Jesús, La conversión es un proceso (En las Confesiones de San Agustín), Salamanca, Madrid, Instituto Superior de Pastoral de la Universidad Pontificia de Salamanca, 1981. El P. José Luis Segovia, director del Instituto, escribe sobre el autor: “navarro de nacimiento y formado en el Instituto Católico de París y en la Universidad Pontificia Comillas, fue profesor del Instituto de Salamanca desde 1967-68 hasta su fallecimiento. Impartió enseñanzas siempre relacionadas con la Liturgia, la Sacramentología y los Ministerios eclesiales. Aunaba en sus clases el rigor y la pasión. Profundamente creyente, estuvo lleno de fe y de vitalidad hasta que la leucemia pudo con sus defensas. Siempre fue claro, directo y sin doblez. Ha publicado más de una veintena de libros y un sinfín de colaboraciones y artículos. Para él, la liturgia no era una serie de fórmulas sino la expresión y celebración de lo que se cree y se vive, expresión cuidada de sensibilidad y poesía y, a la vez, plena de hondura teológica y compromiso. Solía decir que la liturgia no tiene autor y es la única posibilidad plena que tienen los creyentes de expresar y vivir la fe. Apoyó la reforma litúrgica con infinidad de subsidios. Solía decir que hacía teología predicando, teología desde la comunidad, en la comunidad y para la comunidad. Escribió seis libros de homilías “celebradas·, en sus propias palabras. Nos dejó un 17 de septiembre de 2007 a los 68 años de edad. Fue un “maestro en el arte de explicar a Dios en palabras humanas” y, como señaló un obituario de un diario de tirada española, “el que enseñó a los curas a decir misa de cara al pueblo”. De algún modo vivió en su propia carne el tema que anunciaba en su tesis doctoral al hilo del proceso de maduración en la fe de san Agustín.”


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