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Debemos asumir que Dios sabía de antemano que el hombre caería. Debemos también asumir que El pudiera haber intervenido para impedirlo. O pudiera haber escogido no crearnos en absoluto. Concedemos todas estas posibilidades hipotéticas. Para empezar, sabemos que El sabía que cayéramos, y que siguió adelante y nos creó a pesar de todo. Pero, ¿por qué tiene que significar eso que El no es amoroso? También sabía de antemano que iba a llevar a cabo un plan de redención para su creación caída que incluiría una perfecta manifestación de su justicia y una perfecta expresión de su amor y misericordia. Fue ciertamente un acto de amor por parte de Dios predestinar la salvación de su pueblo, los que la Biblia llama sus “elegidos” o escogidos.

Son los no elegidos los que constituyen el problema. Si algunos no son elegidos para salvación, entonces pareciera que Dios no es amoroso en cuanto a ellos. Para ellos, parece que hubiera sido más amoroso por parte de Dios, no haber permitido que nacieran. Ese ciertamente, pudiera ser. Pero tenemos que hacer la pregunta verdaderamente difícil: ¿Existe alguna razón para que un Dios justo deba dar amor a una criatura que le odia y se rebela constantemente contra su divina autoridad y santidad?

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