Читать книгу El secreto de la tierra y los primeros dioses онлайн

37 страница из 39

La ansiedad de Seth creció con cada minuto hasta convertirse en frustración, y esta frustración en ira. Por este motivo, comenzó a perder el control de la mayoría de sus movimientos, se tornaron imprecisos y erráticos, y esto le dio una ventaja considerable al general.

Luego de diez minutos de intenso combate, el maestro, quien contaba con algunos años sobre sus hombros, fue perdiendo fuerzas contra el ímpetu del joven discípulo. Tras cubrirse de dos enérgicos golpes seguidos, Dire casi no pudo sostener la espada, momento que Seth aprovechó para clavar la suya en el suelo, impulsarse hacia adelante, patear el pecho del general y, posteriormente, su mano derecha. El general soltó su espada y la vio caer junto a una joven escriba sentada cerca del rey. Un instante después, Seth pateó nuevamente el pecho de su maestro, haciéndolo tropezar. Dire cayó de espaldas, desarmado y a disposición de la espada de su alumno. El combate había acabado.

El general miró a su discípulo a los ojos para trasmitirle su orgullo, mientras las pupilas del joven mostraban gratitud y un poco de tranquilidad. Como era costumbre, ambos hicieron una reverencia frente a frente, inclinando la parte superior del cuerpo junto con la mirada. Sin embargo, al erguirse, los ojos de Seth se abrieron horrorizados: la punta de una espada brotaba del pecho de su maestro. Miró a su alrededor desconcertado, solo para descubrir que asistentes y soldados eran asesinados por varios personajes extraños que se encontraban entre los invitados. Nobles, príncipes y emisarios de otras tierras ocuparon el suelo del palacio en un cúmulo de cadáveres.

Правообладателям