Читать книгу El secreto de la tierra y los primeros dioses онлайн

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Se conocían muy bien debido a los años que entrenaron juntos, los movimientos de ambos simulaban una coreografía bien elaborada. A pesar del período que Seth pasó fuera de la ciudad, no había olvidado lo que su maestro le enseñó; por el contrario, demostraba haber aprendido movimientos nuevos que a ratos complicaban a Dire. No obstante, la paciencia nunca fue una virtud del joven. La incapacidad de sacar a Miriam de su mente, le generaba una intensa ansiedad y lo desconcentraba a ratos.

Dire, por su parte, como buen maestro entendía que no podía dejarlo ganar, aunque su empatía hacia el muchacho le inspiraba el deseo de perder. Dudaba y estaba confundido, sentimientos que Seth intuyó, pues dedujo que su maestro no estaba dando el cien por ciento. De hecho, se fijó en que ni siquiera usaba su característica espada grande, la cual reposaba al lado del rey. Este hecho desató su molestia y aumentó la desesperación que sentía.

—¿No me crees digno de usar tu espada? —Se quejó en un intento de provocar al general.

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