Читать книгу El secreto de la tierra y los primeros dioses онлайн

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A pesar de que a Seth nunca le agradó el rey, siempre existió entre ambos una relación de amor y odio. Como pocos, Seth sabía servirle y, a la vez, responderle, dejando en evidencia la torpeza de su majestad.

—No es mérito propio, sino la gracia de Yahveh que te engrandecen cada día, mi señor. Presento mis respetos, esperando que mi sacrificio haya sido de vuestro agrado.

—El rey acepta tu ofrenda —respondió Aemer—. Esta tarde fuimos testigos de tus habilidades durante la competencia de caza. No tengo muy claro de dónde sacaste a ese enorme animal, pero según nos contó nuestro cocinero, resultó una criatura fácil de cocinar. En nombre del rey y los presentes, te damos las gracias. Tienes derecho a solicitar un favor a tu rey, lo que quieras. Díganos, señor Seth, ¿cuál es tu deseo?

—¡Deseo —su voz emergió enérgica y sin titubeos— que Miriam sea liberada de su juramento! ¡Aquel voto que hizo al entrar a la Escuela del Ejército y que permite a mi señor el rey disponer de ella gracias a la ley de las campanas!

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