Читать книгу El secreto de la tierra y los primeros dioses онлайн

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—Todos… Yo mismo estoy sujeto a esa ley, debido a que estudié en la Escuela del Ejército cuando pequeño; como no tenía dinero para pagar, firmé el decreto de las campanas y desde entonces estoy atado. Miriam también, además de muchas personas que han pedido al rey dinero para sus negocios y cosas así, todo a cambio de firmar el decreto.

—Pero tú eres soldado.

—Sí, no me afecta demasiado, pero a otras personas sí, como a padres de familia que no tienen más alternativa que acceder.

Luego de trasladar a los músicos y algunos sirvientes a las mazmorras, el rey intentó seguir con la fiesta como si nada hubiese pasado, presentando a actores circenses y bufones, mientras un grupo de soldados asumió el papel de servir a los invitados junto al viejo Faride, quien había encontrado un nuevo trabajo como barrendero en el castillo.

Finalizadas las distracciones, llegó la hora de premiar al ganador de la competencia de caza, tradición tan antigua como el reino mismo. Una vez más, el vocero del rey se adelantó y llamó a Seth para que se acercara.

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