Читать книгу El secreto de la tierra y los primeros dioses онлайн

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pero está ahí, en las manos del rey.

La sangre de mis hijos no me ha sido devuelta,

pero está ahí, en las manos de Yahveh.

La fuerza de los nuestros nace de las caderas

de las madres de este pueblo.

Nuestra vida no es tuya,

nuestra vida es de ellas…

Y sucedió que los guardias titubearon durante un momento, pero el vocero del rey ordenó detener a quienes cantaron, además de interrumpir a Miriam y sus músicos.

Mientras sacaban del salón a los participantes, ella gritaba de forma reiterada y con voz enérgica:

—¡Acaben con la ley de las campanas!

—¿La ley de las campanas? —En medio del caos desatado, Ana se giró para mirar a Seth con expresión intrigada.

—Consiste en pedirle un favor al rey a cambio de enlistarte en las reservas del ejército. De esta forma, en caso de que surja alguna guerra, quienes deben algo están obligados a levantarse en armas. En cambio, aquellos que no están sujetos a esta ley, son libres de seguir con sus vidas normales o esconderse para esperar que todo pase.

—¿Son muchos quienes le deben al rey?