Читать книгу Rumbo: maestr@. Claves prácticas que no te han dicho онлайн
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Para llegar a ella, los alumnos tienen que darse cuenta de que son capaces de aprender lo que les proponemos y, por eso, decimos que tienen que probar, puede que se equivoquen, pero hay que probar, y repetir, y cambiar la estrategia… Como cuando aprendimos a montar en bici. ¿Qué pasa si no tienen ese movimiento interno que les predisponga a montar en bici? Pues que tenemos que incentivarlos con premios, refuerzos, felicitaciones, elogios... Es lo que llamamos aprendizaje por motivación externa, que es la que queremos generar en nuestro alumnado con nuestros retos, juegos o recompensas: activarlos, moverlos con algo externo. Y una vez que hayan descubierto su habilidad o su interés en esa actividad, surgirá la motivación interna.
¡Se me olvidaba! Lo primero y fundamental que debes tener en cuenta es que, para poder motivar a una persona o grupo, tú también debes estarlo y transmitirlo por todos los poros de tu piel. Como ya se ha comentado en el capítulo anterior, los alumnos poseen ese «sexto sentido», para saber si realmente sientes lo que dices o solo lo dices por quedar bien. De no estar tú motivado, sería como ir a encender el fuego de la barbacoa y no tener un encendedor porque te lo has dejado en casa.