Читать книгу Santa María de Montesa. La orden militar del Reino de Valencia (ss. XIV-XIX) онлайн
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La información aportada por el documento que recoge las conclusiones del capítulo de 1330 aborda también otros aspectos, interesantes para calibrar el crecimiento de la Orden en la década tras su establecimiento efectivo. El número de freires asistentes a la reunión permite elaborar cálculos estimativos del conjunto de profesos a finales de la década de 1320. La prolija documentación de los años tras la fundación recoge un total de en torno a sesenta nombres, pero evidentemente esa es una cifra global de diez años de vida del instituto, y no la de un momento específico. El maestre frey Pedro de Tous y veinte freires firmaron el texto que recogía las decisiones del capítulo; de ellos once eran comendadores, un delegado maestral en la bailía de Cervera, un prior y siete caballeros.ssss1 A esa importante asamblea no asistieron, salvo uno, los freires conventuales, que vivían en Montesa y que muy rara vez participaban en reuniones llevadas a cabo en el otro extremo del reino, San Mateo; concretamente la de mayo de 1330 les atañía solo tangencialmente, al no constituir encomienda y nutrirse del fondo común y de las rentas de la villa de Montesa. Una estimación aproximativa del número de conventuales la aporta un documento de 19 de diciembre de 1328, en la que dichos freires protestaron colectivamente de una asignación regular, a la cual ya he hecho alusión, de dos mil libras anuales otorgadas por el papa al patriarca Juan sobre rentas montesianas. La relevancia del desacuerdo parece sugerir una presencia masiva de conventuales; catorce de ellos son citados y solo frey Garcerán de Bellera apareció año y medio más tarde en el capítulo de San Mateo.ssss1 Es, por tanto, coherente añadir trece freires a los veintiún presentes en la reunión de mayo de 1330 (es cierto que algún conventual pudo haber fallecido entre diciembre de 1328 y la fecha del capítulo de San Mateo). Si a esta cifra global entre capitulares y conventuales sumamos clérigos y freires al servicio del maestre o de los comendadores, de los cuales hay profusas referencias documentales, se puede llegar a un número entre cuarenta y cincuenta freires en el momento en que la Orden institucionalizó su estructura comanditaria. En una década, pues, Montesa había cuadruplicado sus miembros profesos y articulado administrativa y económicamente un legado patrimonial que en los inicios de la Orden había superado su capacidad de gestión. Once años después de su establecimiento efectivo, Montesa había dejado atrás las insuficiencias primeras y se presentaba ya como instrumento eficaz de la monarquía aragonesa, objetivo este que había impulsado a Jaime II a forzar un giro de los acontecimientos más allá de los designios iniciales del papado respecto a los dominios del Temple en tierras valencianas.