Читать книгу Santa María de Montesa. La orden militar del Reino de Valencia (ss. XIV-XIX) онлайн

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A medida que Montesa fue fortaleciéndose con nuevos miembros, la posibilidad de desmembrar operativamente las grandes divisiones geográficas establecidas se hizo más factible. En el verano de 1320, ocho profesos entraron en el instituto, sin contar la asignación forzada del infante Jaime, hijo mayor del rey, cuyo desequilibrio mental había desencadenado la renuncia a la sucesión y su aparcamiento en la Orden por voluntad de Jaime II tras su paso por el Hospital.ssss1 Este incremento de freires propició una segunda etapa, al poco de que la primera se hubiera puesto en funcionamiento. El distrito septentrional se escindió en cuatro unidades que recordaban las circunscripciones del pasado: Culla y Ares, Peñíscola, Chivert y el castillo de Cervera; a su vez, emergió un nuevo núcleo en torno a Onda y Villafamés, lo cual muestra el deslizamiento hacia unidades más operativas conectadas con divisiones templarias y hospitalarias. Sin embargo, los distritos resultantes no tenían todavía el carácter de encomiendas; la documentación se refiere a los dignatarios al frente de ellas primordialmente como lugartenientes y procuradores del maestre, lo que apunta a un intento de control más efectivo por parte de frey Arnaldo de Soler, una vez que pudo contar con suficientes freires para la gestión. No empaña esta consideración el hecho de que frey Arnaldo de Pedriza recibiera documentalmente el 10 de octubre de 1320 la titulación de «lugarteniente del comendador del castillo de Cervera»; no existía tal comendador y es lógico suponer que era el delegado maestral en uno de los dominios más relevantes en el norte valenciano.ssss1

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