Читать книгу Santa María de Montesa. La orden militar del Reino de Valencia (ss. XIV-XIX) онлайн
46 страница из 179
El tercer paso no tardaría mucho en llegar. En el otoño, pero sobre todo ya claramente a comienzos de 1321, la titulación de comendador empezó a generalizarse. Un documento del 4 de mayo de dicho año presenta ya un mapa casi completo de encomiendas y comendadores.ssss1 Sin embargo, la titulación no estaba todavía reflejando el pleno control de los altos dignatarios sobre las rentas de sus distritos, sino que estas permanecían indivisas. Por ello, estos comendadores seguían siendo todavía de hecho meros delegados del maestre. Hipólito de Samper en el siglo XVII y José de Villarroya en la siguiente centuria así lo entendieron y, por ello, dedujeron que las encomiendas montesianas no adquirieron forma definitiva hasta que las rentas fueron divididas y asignadas a los diferentes dignatarios en el capítulo general de 1330, que supuso el último salto que articuló definitivamente las circunscripciones, dotándolas de una cierta autonomía y especificidad, solo posibles cuando el nuevo instituto había adquirido un grado de estabilidad y primera madurez.ssss1 Ello permitió separar las rentas específicamente maestrales a través de la selección de unos territorios vinculados directamente al maestre (mesa maestral), con lo que sus necesidades no quedaban subsumidas sin más en las del conjunto de la Orden; la bailía de Cervera fue destinada a este fin. El resto de las encomiendas, entre las que Peñíscola quedó asignada a una dignidad presente desde fechas tempranas, el gran comendador, tenía una parte importante de sus rentas arrendadas; de las cantidades percibidas, los comendadores recibían una cuota fija y el resto pasaba a un fondo común que también se alimentaba de los pagos satisfechos de manera directa, básicamente aquellos de carácter jurisdiccional. Perpuchent no entraba dentro de este esquema al pasar una cuota fija anual al clavero, quedando el resto de ingresos en manos del comendador del distrito. Los tesoreros recaudadores aseguraban que el fondo común percibiera las cantidades cuyos conceptos le estaban asignados. El conjunto incluía un gasto anual de 40.000 sueldos destinados a Juan, hijo de Jaime II, exarzobispo de Toledo, a quien el papa otorgó la dignidad de patriarca de Alejandría en 1328 y asignó tal renta, sin duda por petición paterna.ssss1 La Orden era un lugar de acogida (caso del infante Jaime, en 1320 y hasta su fallecimiento en 1334) o de financiación (patriarca Juan, a finales de la década de 1320) para la familia real. El estudio pormenorizado de este entramado muestra su complejidad, solo posible desde una madurez organizativa institucional de la Orden, a la que se había llegado después de una década de progresiva configuración. La combinación de autonomía y flexibilidad con trabazón unitaria y centralidad, rasgos característicos de las órdenes militares o de cualquier otra surgida al calor de la reforma gregoriana, eran evidentes en el diseño organizativo que emergió del capítulo general de 1330.ssss1