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Nótese, finalmente, que la reducción de impuestos no sólo se aplica a las cuotas de los militantes, sino también a las de los funcionarios electos o, en palabras de Bercy, a las “cuotas pagadas por los titulares de cargos de elección pública nacionales o locales”. En este caso, se aplica aún con más flexibilidad, pues las cuotas de los funcionarios electos no tienen el tope de 7500 euros. Así, un funcionario electo que declare sus ingresos en pareja puede beneficiarse de una reducción de impuestos que asciende a 66% del monto de las cuotas, monto limitado a 15 mil euros por hogar fiscal. Por ejemplo, un senador, aunque viva principalmente de las remuneraciones que le paga el Estado, podrá ver que sus impuestos se reducen en 10 mil euros a título de las cuotas que ha decidido pagar a su propio partido, o por el voto de la ley en función de intereses muy personales.

Así pues, en Francia el financiamiento público de la vida política es mucho más débil para los millones de individuos menos privilegiados que para los pocos más privilegiados. En el próximo capítulo veremos que, tan sólo para las donaciones a partidos políticos, el Estado gasta 21 veces más en reducciones de impuestos para el 1% de franceses más ricos que para la mitad menos adinerada de los contribuyentes. Esta situación es un escándalo, sobre todo porque este sistema, tan profundamente injusto, no es exclusivo del financiamiento político, sino que se aplica a todas las donaciones, incluido el financiamiento de los medios de comunicación por medio de donaciones a asociaciones como Presse et Pluralisme o J’Aime l’Info; por eso, en 2015, defendí en mi libro Salvar los medios de comunicación la idea de un sistema de financiamiento abonado “a la inglesa” —que el Estado aporte directamente a las fundaciones el equivalente de sus gastos fiscales— para las donaciones en Francia a medios sin fines de lucro.26 En el capítulo 10 volveré a abordar esta propuesta, extendida al financiamiento de los partidos políticos.

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