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LAS DESIGUALDADES DE CARA AL

FINANCIAMIENTO PRIVADO DE LA DEMOCRACIA

2 mil euros en Bélgica, 7500 euros en Francia: ¿es mucho o poco? Muchos estarían tentados a afirmar que esas sumas son bajas, ya sea para aplaudir la buena salud de una democracia “a la francesa”, muy alejada de las desviaciones estadounidenses sobre las cuales no dejaré de hablar más adelante, o para denunciar, por el contrario, la falta de medios asignados a las formaciones políticas en el combate electoral. “Una elección cuesta cara”: ése es el leitmotiv que vuelve una y otra vez a la boca de los defensores de una liberalización del financiamiento de la democracia política en Francia. No se puede hacer campaña sin dinero; la labor de informar a los ciudadanos consistiría, en primer lugar, en gastar el dinero suficiente para convencer a su “tiempo cerebral disponible” de las bondades de los programas propuestos.

Ahora bien, ¿cómo convencer, si no es con millones? A golpes de 7500, los euros tardan en acumularse. ¿De verdad 7500 euros son muy poco? Todo depende del punto de vista que adoptemos. Un ejemplo: en Francia, el monto mensual neto del salario mínimo por 35 horas de trabajo semanales es de 1142 euros, es decir, 13704 euros al año. En otras palabras, 7500 euros son más de la mitad del ingreso anual de un trabajador con salario mínimo; difícilmente podría esta persona aprovechar al máximo la oportunidad que se le da de contribuir al buen funcionamiento del juego democrático.

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