Читать книгу Origenes del Cristianismo онлайн

48 страница из 82

En España se fusionaron las religiones antiguas milenarias, o de cientos de miles de años, con la nueva religión romana. Los romanos creían en la resurrección de los muertos y que con la muerte comenzaba una nueva vida, que el espíritu no moría con el cuerpo. Tenían un obsesivo deseo de inmortalidad.

Al entrar a uno de los salones en el Museo de Antropología de Sevilla ―Sala XXV―, nos encontramos con un salón lleno de inscripciones y monumentos acerca del mundo funerario de los romanos. Leí con detenimiento las placas funerarias y aprendí que a los ricos, generalmente, se les ponían en las entradas de la necrópolis o junto a la vía del camino, con inscripciones donde sus epitafios decían: Detente caminante, A ti que pasas ruego…26 Estos epitafios estaban a orilla de los caminos para ser recordados por la gente, ya que se creía que, si te olvidaban, dejabas de existir. Por ello: “[…] era esencial […] para lograr esa perdurabilidad, que alguien recordara y rindiera culto de alguna manera a su memoria, ya que, si era olvidado, el alma del difunto pasaba a formar parte de la masa amorfa de los seres infernales. La única manera de pervivir era permanecer vivo en la memoria de alguien, la familia, los amigos o alguna corporación o colegium que se encargase de cumplir el ritual debido a los Manes”.27

Правообладателям