Читать книгу La historiografía medieval. Entre la historia y la literatura онлайн

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En la Península Ibérica, las circunstancias que envuelven las genealogías de los condes de Barcelona, elaboradas en el siglo XII, son también ilustrativas de estos procesos, y encajan perfectamente en esa cronología. El texto de las Gesta Comitum Barchinonensium debe ser incluido entre los materiales que consolidaron el establecimiento de los principados territoriales nacidos de la disolución del poder real. En 1136, Ramón Berenguer IV, conde de Barcelona, se casa con la hija del rey de Aragón, Ramiro el Monje. Este matrimonio abre por fin a la casa condal catalana la posibilidad de acceder al título de rey. Unos decenios más tarde, en 1162, Alfonso el Casto hereda de su padre Ramon Berenguer IV tanto el condado de Barcelona como el Reino de Aragón. El conde de Barcelona pasa así a ser también rey de Aragón. Pocos años después, hacia 1180, tomaba forma definitiva uno de los textos fundantes de la historiografía catalana medieval: las Gesta Comitum Barchinonensium.

Las gestas de los condes, presentadas de modo genealógico, responden a la necesidad de las nacientes monarquías de establecer una genealogía, real o imaginaria, que les permita conectar con los orígenes legendarios de la dinastía y, en concreto, con sus fundadores.ssss1 En cambio, significativamente, las crónicas caballerescas que se desarrollan en la Europa del siglo XIII (las conocidas «narraciones de cruzadas» francesas y la más próxima en Aragón, el Llibre dels fets del rey Jaime I el Conquistador) responden a otras motivaciones diferentes, fruto del diverso contexto político desde el que se articulan: una vez asegurada la continuidad dinástica, ahora se trata de mostrar la grandeza de un monarca en todo su esplendor, detallando sus conquistas en un estilo heroico y caballeresco. El Llibre dels fets, por ejemplo, no precisa ya el establecimiento de unas genealogías, que habían sido reservadas para la legitimación del poder de los condes de Barcelona pero no tenían demasiado sentido para la consolidación de los reyes de Aragón. El rey ya no tenía ninguna necesidad de asegurar un poder que estaba legalmente fundado en la elección y la consagración. La exaltación de la ascendencia carolingia de los condes de Barcelona había sido muy útil para asegurar las sucesivas herencias, pero en el caso de los monarcas de Aragón no era ya tan necesario probar sus orígenes en un contexto mítico. Esta evolución de los géneros histórico-literarios, de las genealogías de los siglos XI-XII a las crónicas de los siglos XIII-XV, realza lo heterodoxo (y quizás por esto fascinante) del fenómeno de la proliferación de la literatura genealógica de los linajes castellanos en los siglos XIV-XVI.

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