Читать книгу La historiografía medieval. Entre la historia y la literatura онлайн

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El título que llevan algunas de las genealogías, Gesta, puede llevar a engaño, porque esos textos no suelen consistir en una colección de las gestas de los condes o las cabezas de linaje, sino en una sobria y esquemática compilación de las sucesiones dinásticas, que se inicia con la historia del «héroe fundador» y que culmina con el último vástago del linaje y primer monarca de la dinastía. La elección de la forma genealógica por parte de los linajes para construir su pasado responde a la práctica eterna de la fijación de los orígenes (el libro del Génesis de las Escrituras constituye una de sus primeras manifestaciones), independientemente de si se tienen noticias ciertas o no de esas raíces. El pasado remoto se pierde en la noche de los tiempos, y es más sencillo de reescribir, de ficcionar, de mitificar; la invención del pasado reciente es más compleja. La peculiar estructura formal de la genealogía es la que permite a los linajes más prestigiosos y a las nacientes monarquías crear los nexos necesarios para legitimar el principio hereditario de la sucesión monárquica.ssss1 Uno de los casos más paradigmáticos de este acercamiento de un pasado mítico al presente hegemónico es la pretensión de la monarquía francesa de emparentarse con los reyes carolingios, para enlazar desde allí con los merovingios e incluso con la monarquía troyana, tal como aparece en el preámbulo de la sección dedicada a los Capetos en las Grandes Chroniques.ssss1 Pero para que estas apelaciones a los orígenes tengan eficacia, la figura del héroe fundador cobra una particular importancia.

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