Читать книгу Noche sobre América. Cine de terror después del 11-S онлайн
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En los estudios sobre cine, resulta común hallar todo tipo de exégesis históricas, algunas de ellas realmente perspicacesssss1; más raro, en cambio, resulta encontrar una teorización que afiance dichas intuiciones. Por más que las interpretaciones puedan ser críticas o progresistas, a menudo van vestidas con una terminología blanda y despolitizada. La noción de ideología se desconecta de su teorización marxista y su constelación conceptual —lucha de clases, medios de producción, superestructura, alienación, fetichismo, etc.— se omite o convierte en ornamento. En este sentido, encontramos una excepción en Pretend We’re Dead, de Annalee Newitz (2006: 3), cuyo proyecto teórico consiste en demostrar que el cine de terror es la enunciación de una advertencia: el capitalismo produce monstruos.
Por la historia cultural del miedo de Annalee Newitz se pasean los nombres de Karl Marx, György Lukács, Louis Althusser o Fredric Jameson. Pero la cuestión no se reduce a la filiación política de las fuentes; la importancia del análisis de Newitz radica en su interés por traer a la luz la lucha de clases o, más concretamente, el modo en que el cine imagina y representa el trabajo y los trabajadores a través de un relato fantástico. Según la autora, el cine de terror expresa metafóricamente cuanto ha sido reprimido e invisibilizado por el capitalismo; gracias a esta capacidad de visibilización, el género nos permite comprender la naturaleza opresiva y silenciosa que rige las relaciones humanas bajo el capitalismo. Para Newitz (2006: 2), «los monstruos del capitalismo no pueden distinguir entre mercancía y personas, confunden los seres vivos con los objetos inanimados y, dado que pasan tanto tiempo trabajando, a menudo se sienten muertos ellos mismos». Una de las bases de Newitz es El Capital de Karl Marx, en el que se inspira para acotar el modo en que el capitalismo genera individuos alienados. Nuestro modo de vida, bajo el capitalismo, es la alienación, una vida muerta o una muerte viva: «El trabajador se siente muerto mientras trabaja, pues nada de lo que hace en su trabajo enriquece su vida en modo alguno. […] Y dado que gana un salario, es recompensado económicamente por estar muerto; su valor como ser humano para él se mide en términos de hasta qué punto está dispuesto a fingir que está muerto a cambio de dinero» (Newitz, 2006: 34).