Читать книгу Noche sobre América. Cine de terror después del 11-S онлайн

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El advenimiento de la era de la información ―con su laberinto de espejos, con su cultura del simulacro― parece encaminarse aún más a la mise en abîme althusseriana; sin embargo, en su día, los críticos de Althusser soslayaron la capacidad del paradigma para explicar las distorsiones ideológicas y se centraron en su naturaleza especular. Así, según escribían Alain Badiou y François Balmès, en este paradigma, «la ideología no es el reflejo de unas relaciones sociales reales, sino el reflejo del imaginario social de sus sujetos. Imagen de una imagen, está privada de toda denotación. […] [E]n el redoblamiento de lo irreal (representación de un imaginario), lo real se desvanece. […] La conciencia de ser explotado y la revuelta contra esta explotación son aquí impensables, y no guardan relación alguna con la introducción de datos y el conocimiento de las relaciones sociales objetivas»24.

Frente a estas opiniones, es preciso destacar el tercer punto de la formulación de Althusser, las «condiciones reales de existencia» que siguen presentes como un fondo que condiciona el imaginario del individuo; sin embargo, éstas no son susceptibles de ser aprehendidas como un todo, sino a través de la metonimia, de la alegoría, del esfuerzo imaginario. Comprenderemos ahora la repercusión que tuvo para la teoría cinematográfica: Althusser aportaba el andamiaje teórico que permitía explicar el cine como un aparato ideológico y le confería, de este modo, un lugar concreto, una función dentro de la superestructura, a saber, la de atraparnos, la de hacernos creer que una serie de prácticas sociales y valores son naturales, inamovibles e inevitables. El nivel de la ideología ―y más concretamente el ámbito de las representaciones― pasaba a ser un nuevo campo de batalla en el que tenía lugar la lucha de clases, el enfrentamiento con el capitalismo. Los intelectuales cinéfilos aceptaron con deleite situarse en la vanguardia.


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