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Yo con el tiempo había hecho buenas relaciones con los que iban a ser mis padrinos, había conocido a su nieto Sebastián y sus hijas aceptaban de buena fe que yo fuese el ahijado de sus padres. Así ocurrió, Doña Rosalba se encargó del papeleo y al poco tiempo me bautizaron y por ahí derecho hice mi Primera Comunión.

Al notar la mala situación de mi casa y que las facturas no se pagaban, no teníamos los servicios básicos como son el agua o la energía y que a duras penas teníamos qué comer. El negocio de las arepas de antes del parto, nunca se volvió abrir, así que vivíamos de la voluntad de lo que nos daban los vecinos, tanto que el plomero, nos conectaban el agua sin pagarle, otro nos conectaba la energía y poco a poco nos acomodábamos. Pero un día le pedí a Don Hernando que me llevara a trabajar con él y que me pagara lo que pudiese.

Don Hernando, era el que iba a ser mi padrino. Él y su familia, es decir, él y sus hermanos con sus esposas, tenían un negocio de venta ambulante en una zona muy central en el polígono industrial de Cali, eso quiere decir que atendían a muchas personas.


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