Читать книгу Dios te salve, Reina y Madre. La Madre de Dios en la Palabra de Dios онлайн

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La reflexión sobre el misterio de Dios y sobre los misterios de la creación resulta, entonces, mutuamente enriquecedora. Dice el Catecismo: «las obras de Dios revelan quién es en sí mismo; e inversamente, el misterio de su Ser íntimo ilumina la inteligencia de todas sus obras. Así sucede, analógicamente, entre las personas humanas. La persona se muestra en su obrar y a medida que conocemos mejor a una persona, mejor comprendemos su obrar» (n. 236).

HUELLAS DE AMOR

Vislumbramos a Dios no sólo en el mundo, sino también —y especialmente— en las Sagradas Escrituras, que son las únicas inspiradas por Dios para expresar su verdad. El Catecismo prosigue explicando que Dios ha revelado «su ser trinitario» explícitamente en el Nuevo Testamento, pero que también ha dejado «huellas [...] en su Revelación a lo largo del Antiguo Testamento» (n. 237).

Así pues, el conjunto de las Escrituras puede verse como la historia de la preparación, y de la realización por parte de Dios, de su obra más grande: su definitiva auto-revelación en Jesucristo. San Agustín decía que el Nuevo Testamento está oculto en el Antiguo, y que el Antiguo está revelado en el Nuevo. Toda la historia ha consistido en preparar al mundo para el momento en que la Palabra se hizo carne, en que Dios se hizo una criatura humana en el seno de una joven virgen de Nazaret.

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