Читать книгу Dios te salve, Reina y Madre. La Madre de Dios en la Palabra de Dios онлайн

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El eco más obvio lo tenemos «en el principio». Ambos libros, Génesis y Evangelio de San Juan, comienzan con esas palabras. El libro del Génesis arranca con las palabras «en el principio creó Dios los cielos y la tierra» (Gn 1, 1). Juan lo sigue de cerca, diciéndonos: «en el principio era la Palabra, y la Palabra estaba con Dios» (Jn 1, 1). En ambos casos, estamos hablando de un comienzo absoluto, una nueva creación.

La siguiente resonancia viene en seguida. En Génesis 1, 3-5, vemos que Dios creó la luz para que brillara en la oscuridad. En Juan 1, 4-5, vemos que la vida de la Palabra «era la luz de los hombres» que «brilla en las tinieblas».

El Génesis nos muestra, en el principio, «al Espíritu de Dios [...] que se movía sobre la faz de las aguas» (Gn 1, 2). A su vez, Juan nos muestra al Espíritu suspendido sobre las aguas del bautismo (Jn 1, 32-33). Al llegar a este punto, empezamos a ver cuál es la fuente en la que se inspira San Juan para volver a contar la nueva creación. La creación material ocurrió cuando Dios exhaló su Espíritu sobre las aguas. La renovación de la creación vendría con la vida divina dada en las aguas del bautismo.

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