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SE RUEGA RESPETO

Jesús llega al banquete nupcial con su madre y sus discípulos. En la cultura judía de entonces, la celebración de una boda duraba normalmente una semana. Pero sucede que, en esta boda, el vino se agotó muy pronto. En ese momento, la madre de Jesús señaló algo que era una obviedad: «no tienen vino» (Jn 2, 3). Es una simple constatación de hecho. Pero parece que Jesús responde de una forma que no guarda proporción con la simple observación de su madre. «Mujer», dice, «¿qué nos va a ti y a mí? Todavía no ha llegado mi hora».

Para que podamos entender la reacción de Jesús, aparentemente desmesurada, tenemos que comprender la frase «¿qué nos va a ti y a mí?»[2]. Algunos comentaristas sostienen que expresa un brusco reproche de Jesús a su madre. Sin embargo, esa interpretación no resiste un atento estudio.

En primer lugar, deberíamos fijarnos en que al final Jesús cumple la petición que infiere de la observación de María. Si lo que pretendía era reprenderla, seguramente no habría accedido a su ruego después de haberle dirigido el reproche.

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