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La Universidad de Roma era su lugar de trabajo habitual pero no único. Federico Doglio tiene un bien ganado prestigio por su pasado en la RAI, la televisión estatal italiana, en la que fue gestor e impulsor de las retrasmisiones teatrales. Alguna vez ha contado que, en sus principios, aquellos programas se hacían en blanco y negro, y en rabioso directo, es decir, que cualquier equivocación de realización o interpretación salía a luz, lo que exigía una rigurosa preparación. También fue director del Teatro Estable de Turín, de 1967 a 1971, lo que significa una total cercanía a los procesos de creación, producción y exhibición teatrales. Desde entonces su labor siempre ha tenido un talante organizativo, gestor, impulsor, como demostró en su «Centro de Estudios sobre Teatro Medieval y del Renacimiento». Ese «Centro de Estudios» desarrolla un trabajo impresionante. Nacido en Viterbo, en 1975, ha mantenido una admirable labor bajo la dirección de Doglio. Yo tuve la ocasión de vivir un momento de enorme actividad, como fue la que desarrolló en Anagni, pequeña ciudad al sur de Roma, con calles impregnadas de sabor medieval, y extraordinario pasado papal, en donde Federico creó un Festival estival de gran relieve. Sin firmar papel alguno, entre Anagni y Elche se estableció un espíritu de colaboración por medio del cual algunos espectáculos allí presentados vendrían a Elche, y algunos de Elche viajarían a Anagni. Como digo, tuve la ocasión de vivir de cerca varios de aquellos festivales, llenos de aromas clásicos y público fiel. La actividad era tan considerable que, a pesar de la brusca sustitución del equipo encabezado por Federico Doglio por otros gestores próximos al partido político ganador de elecciones, Anagni continuó programando su festival desde fechas finales de junio hasta bien avanzado julio. Pese a lo cual, los trabajos de su «Centro de Estudios» siguieron de manera imparable, eso sí, buscando nuevas sedes. El «Centro» había iniciado una publicación de textos de teatro antiguo italiano, poco o nada conocidos, muchos de los cuales se representaban en Anagni. De esa forma se cumplía el ciclo filológico y escénico ideado por Doglio. Algunos de esos seminarios (Convegni) se celebraron entre Roma y Anagni, como el de 1995, que tuvo como tema Origini della Commedia Improvvisa o dell’Arte;ssss1 el de 1996: Tragedie popolari del Cinquecento europeossss1 (sólo en Anagni); el de 1997: Spettacoli studenteschi nell’Europa umanisticassss1 (también en Anagni), etc. Todas esas actas se publicaron de forma impecable. La relación sería demasiado larga, como larga y amplia es la tarea de esta institución. Por eso resulta ociosa su descripción, ya que es fácil encontrarla en cualquier bibliografía. Pero quería dar cumplida cuenta de la ingente labor que ha desarrollado Federico Doglio con este «Centro de Estudios». Tal y como dijimos, junto a las actas encontramos la edición de textos representados en aquellos festivales, como La peste di Milano del 1630, de Benedetto Cinquanta, que sirven para disponer de obras de muy difícil acceso.

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