Читать книгу Mueve tu ADN. Recuperar la salud con el movimiento natural онлайн

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 Todas las operaciones que hayas tenido o que tengas que hacerte.

 Las visitas al hospital, al médico, al quiropráctico o a cualquier otro profesional de la salud.

 Las partes del cuerpo que te suelen «alertar» regularmente o con cierta frecuencia.

 Las partes del cuerpo en las que sientes dolor.

 Las partes del cuerpo que no están funcionando al máximo de su capacidad.

 Los problemas de salud que te preocupa tener en el futuro.

Lo más probable es que hayas anotado unas cuantas cosas para cada uno de estos puntos clave, y que la gran mayoría de tus amigos y familiares también lo harían. Entonces, ¿a qué es debido que no consigamos tener buena salud –medida en función de cómo nos sentimos, de lo que nos dice nuestro cuerpo, de cómo funciona nuestro organismo? ¿Qué es lo que no estamos haciendo bien?–.

Hemos hecho enormes avances en cuestiones como los antibióticos, el tratamiento de las aguas residuales o las vacunas, pero, aun así, todos los países desarrollados o ricos del planeta comparten una serie de problemas de salud. No se trata de las enfermedades contagiosas que encontramos en las zonas que carecen de los medios necesarios para disponer de una ciencia médica avanzada –esas enfermedades que en el pasado eran el peor enemigo de la humanidad–, sino más bien de dolencias que están relacionadas con el estilo de vida. Solemos referirnos a ellas como dolencias propias de las clases ricas o enfermedades de la opulencia, y en esta categoría se incluyen, entre muchas otras, las enfermedades coronarias, los trastornos metabólicos (como la diabetes de tipo 2), ciertos tipos de cáncer, la osteoartritis, la osteoporosis, las alergias, la depresión, la obesidad, la hipertensión, el asma y la gota.


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