Читать книгу Mueve tu ADN. Recuperar la salud con el movimiento natural онлайн
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Para desarrollar estas enfermedades de la conducta no es necesario tener mucho dinero. Cuando las necesidades básicas de la vida –alimento, agua limpia y refugio– se pueden cubrir tan fácilmente, la naturaleza toma el control: es completamente natural evitar el trabajo (el movimiento, en este caso) cuando ya no es necesario involucrarse y esforzarse físicamente para vivir –o, dicho con otras palabras, cuando la consecuencia del sedentarismo no es la muerte inmediata–. Las enfermedades de la conducta aparecen en circunstancias en las que la calidad de los alimentos que se consumen es baja, los niveles de estrés son frecuentemente altos y el trabajo que realiza el cuerpo es o bien escaso y monótono (como en el caso de la gente que no hace ejercicio) o bien muy intenso e igualmente monótono (como cuando hay que realizar tareas repetitivas o labores manuales, o cuando intentamos conseguir lo que denominamos «estar en forma» del modo habitual).
A pesar de la gran suerte que tenemos de vivir en un tiempo y un lugar en los que ya no hemos de padecer el enorme riesgo que suponen las enfermedades infecciosas, lo cierto es que, de hecho, estamos muriéndonos –lentamente, paso a paso– debido a la tendencia natural que tenemos a hacer lo menos posible. Este insaciable deseo de estar cómodos nos ha debilitado enormemente –de forma irónica, ya que no hay absolutamente nada de cómodo en vernos debilitados–. Esta paradoja –el hecho de que los avances realizados para que tuviésemos menos desgaste físico haya acabado desgastándonos físicamente– es muy profunda y ha llevado a una nueva hipótesis científica que afirma que, quizá, la única manera de salir del pobre estado físico en el que nos encontramos, creado por nuestra cultura de la comodidad, sea volver a adoptar nuevamente las conductas y los comportamientos de nuestros antepasados.